14 de febrero de 2019

Jerusalen

Es una de las ciudades más antiguas del mundo, y eso impone. Sus calles ocultan siglos de historia. Sus atractivos son tantos y tan variados que abruma. Lo mejor es llegar a la capital de Israel con las ideas claras para visitar lo más importante. Y sin prejuicios, necesario para poder disfrutar y entender una urbe rica capaz de generar sentimientos encontrados: fascinar, enloquecer, seducir… tan hermosa y tan compleja a la vez.

Fue en los años del reinado del  mítico rey Davidhace ya más de tres mil años, cuando dicen se fundó Jerusalén. Y ahí encontramos parte del encanto de esta vieja ciudad la cual aconsejo visitar en compañía de alguien que sepa contarnos sus muchos secretos.

El paso de los siglos no ha borrado las huellas de aquellos años lejanos y es una maravilla comprobar que muchos de los escenarios se conservan casi intactos. Huellas con connotaciones religiosas y bíblicas, donde ha habido y batallas, por donde han pasado personajes históricos… Un destino fascinante que no olvidemos es tres veces santo, venerado por las tres religiones monoteístas: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Las tres ocultan parte de sus raíces entre estas callejuelas y es ese “amor” la fuente permanente de conflictos.



El Monte de los Olivos

Además de ser un lugar hermoso desde donde contemplar la mejor panorámica de la ciudad, la foto obligada de muchos turistas, es un punto que nos ayuda a orientarnos. Desde esta cima el visitante recién llegado puede hacerse una idea de la distribución de Jerusalén. Se ve todo. La ciudad vieja amurallada, la zona nueva, el laberinto de tumbas que rodean la milenaria fortaleza… La vista es más hermosa aún al atardecer, cuando el sol del ocaso tiñe la ciudad de un tono rosaceo.







El huerto de Getsemaní

De camino hacia la ciudad vieja desde el Monte de los Olivos, recomiendo hacer una parada en Getsemaní. Los más religiosos identificarán este lugar con el famoso huerto donde prendieron a JesúsSorprende comprobar que los olivos de los que habla la Biblia siguen allí, en el mismo sitio donde los contempló el mismísmo Jesucristo.
También aconsejo entrar en la iglesia de Todas las Naciones,situada al lado del huerto y donde se conserva la roca auténtica sobre la cual, aseguran, Jesús rezó antes de su arresto. Es plana, grande y se encuentra justo frente al altar.






La Ciudad Vieja de Jerusalén

Todos los lugares sagrados mencionados se ubican en la llamada Ciudad Vieja de Jerusalén, un laberinto dividido en cuatro barrios: el judío, el cristiano, el musulmán y el armenio.
Cada uno tiene su propio encanto aunque su oferta es muy parecida: muchas tiendas, puestos de comida, restaurantes, venta de recuerdos varios; desde perfumes, objetos religiosos, camisetas con leyendas variopintas y por supuesto ¡antigüedades algunas muy valiosas y por tanto muy caras, como restos de cerámica de la época de Jesús, monedas romanas, vasijas milenarias…
Mi sugerencia es que te las patees todas, que deambules por la ciudad vieja y te empapes de un ambiente único por donde circulan gentes de todas las religiones, razas, colores y culturas. No te importe perderte, orientarte en este entramado de calles es difícil.
Pero disfruta de cada rincón. En cada esquina, en cada piedra se oculta una historia. La sensación es de borrachera aderezada con el sonido de las campanas de las iglesias católicas, con el canto del muecín llamando al rezo (o adhân) desde el minarete de alguna mezquita. La ciudad vieja de Jerusalén es un crisol, como todo Israel.

















Los tres lugares santos

Las tres religiones monoteístas tienen su rincón sagrado en Jerusalén. El Muro de las Lamentaciones (o muro occidental) lugar sagrado para los judíos; la mezquita de Al Aqsa venerada por los practicantes del Islam. Y por supuesto el Santo Sepulcro,uno de los lugares más importantes para los cristianos. Tres hitos que no debes dejar de visitar si pasas por Jerusalén, independientemente de tus creencias religiosas.





Visita al interior del Santo Sepulcro

el Santo Sepulcro, el lugar más santo para los cristianos y acoge rincones católicos, ortodoxos y armenios, de ahí el extraño aspecto del templo. Se sitúa en el monte Gólgota. Y se edificó alrededor del lugar exacto donde se dice  estuvo el calvario, es decir, donde estaba clavada la cruz en la que murió Jesucristo, en cuyo agujero el visitante puede meter la mano.
Dentro de la iglesia, en el centro, se encuentra la cueva o sepulcro donde fue sepultado el cuerpo ya sin vida de Jesús y donde resucitó al tercer día, y es en ese lugar donde hay siempre más colas. Mi consejo es que afrontes la visita al Santo Sepulcro con mucha paciencia.
No te vayas sin tocar la “piedra de la unción”, sobre la cual descansó el cuerpo ya sin vida del que según los cristianos fue el hijo de Dios. Muchos hitos y colas eternas en un edificio gigante y un pelín caótico. Pero fascinante.








 Visita al Muro Occidental (de los Lamentos)

Hago la primera parada en el muro de los Lamentos. Esta pared en el fondo son los restos que quedan del Segundo Templo de Jerusalén, el cual los romanos destruyeron  allá por el siglo I. Para entrar hay que pasar varios controles de seguridad, algo habitual ni solo en el muro sino en todos los lugares turísticos de Israel y en algunos hoteles, centros comerciales, estaciones y por supuesto aeropuertos donde las inspecciones son intensas.
Una vez pasada la revisión, toca separarse: Los hombres a la izquierda e ¡importante! Para acercarse al muro hay deben cubrir la cabeza con  una kipá (el “gorrito” que los judíos llevan siempre en la cabeza). Suele haber kipás de papel para quienes no tengan la suya propia. Y las mujeres a la derecha.



Aunque en este punto, merece la pena reseñar que el Gobierno de Israel acaba de aprobar la construcción de una esperada aunque también criticada zona mixta de oración donde se permitirá la convivencia de hombres y mujeres. Las previsiones dicen que estará lista para su uso a finales del presente año.
La escena es única. Esa imagen de miles de personas rezando mirando al muro, leyendo libros, cantando salmos y balanceándose pone la carne de gallina. Especialmente si tu visita coincide en shabhat, día sagrado para los judíos cuando acuden en masa a orar al muro. Una escena que seguro no olvidarás. Y donde, quizá,  te sentirás en cierto modo un intruso.
Otra curiosidad es que no cierra. Vayas a la hora que vayas encontrarás gente. Y hay vida toda la noche. Sobre todo hombres con barbas largas y tirabuzones, vestidos de negro y con chales de rayas que prácticamente viven mirando al muro. Son estudiosos de de los libros sagrados. Judíos ortodoxos, ultrareligiosos que se pasan muchas horas al día rezando.



La Explanada de las Mezquitas

En el mismo recinto del muro, si miras hacia arriba verás sobre tu cabeza la Explanada de las Mezquitas, el mayor espacio abierto de la ciudad con su zona verde y con árboles. Y las cúpulas de la mezquita de Al Aqsa y de la cúpula de la Roca,  un santuario que presume por ser la más bella y antigua construcción de la arquitectura árabe, que data del S.VII, con su gran cabeza de oro. Fue construida en el lugar exacto donde se encuentra la roca del sacrificio de Isaac, sobre la que Mahoma rezó con tal devoción que ascendió a los cielos, y cuentan que el arcángel Gabriel tuvo que sujetarle para devolverle a la tierra. Por eso la roca tiene la huella de Mahoma y de las manos del arcángel.
Este lugar también es importante para otras religiones pues se dice que fue en también aquí donde el profeta Abraham quiso sacrificar, sin éxito, a su hijo Isaac siguiendo las órdenes de Yavé. Dicen que fue también este el lugar donde estuvieron los templos de Herodes el Grande y el del rey Salomón. Y que fue en la zona sur de la explanada, Satanás intentó tentar a Jesucristo diciéndole que si de verdad era el hijo de Dios se tirase al vacío para que le recogieran los ángeles.







No hay comentarios:

Publicar un comentario