El Mont Blanc es el punto culminante y cumbre emblemática de los Alpes, lo que lo convierte en uno de los picos más conocidos del mundo. Tiene una altura oficial de 4.810,9 m, y es el más alto de la Europa Occidental, ya que el pico más alto de Europa es el Elbrus con 5.642 m. Su altura exacta es variable, en función de la capa de nieve que cubre la cumbre rocosa y que se calcula en unos 10-15 metros. Las mediciones de los últimos años han oscilado entre los 4.807 m y los 4.810 m.
Este gran macizo se encuentra rodeado de valles con numerosos glaciares como el de Freney, La Brenva, Miage, Brouillard, Bionnassay, Taconnaz y el más conocido, el de Bosson, extiendidos todos ellos entre las demarcaciones del Valle de Aosta en Italia y la Alta Saboya en Francia.
Las ciudades más habitadas cerca del Mont Blanc son Chamonix, Sain Gervais - Les Bains, situadas en la vertiente gala, y Courmayeur en Italiana.
En 1760 un rico ginebrino, Benedict de Sausere, marcha al país del Mont Blanc. Su deseo es subir a la cumbre, pero sabiéndose incapaz de ser el primero en intentarlo, ofrece una recompensa al que encuentre un camino practicable hasta la cumbre del Mont Blanc. Se sucedieron varios intentos, poco serios la mayoría, hasta que en 1786, el día ocho de agosto, dos aficionados bien entrenados, Jacques Balmat y el doctor Michel Paccard, suben hasta la cumbre y bajan sanos y salvos. Un año después, el promotor de esta aventura, Horace-Benedict de Sausure, pisa también la cumbre, acompañado de un grupo de guías de Chamonix.
Entre los trazados más habituales para alcanzar su cima destaca la clásica "Vía Gouter", la "Gonella" que asciende por su cara italiana, y la "Vía de los cuatromiles" por la que ascendimos nosotros para posteriormente descender la clásica y completar así la ruta integral del "Monte Maldito".
Tras años y años durante los cuales había ido alimentando mi hambre de montaña con cientos de documentales, revistas y largas noches navegando por la red, había llegado mi momento, iba dejar de soñar con esas infinitas montañas blancas para despertar a sus pies con el propósito de hacerme con ellas. Con mi escasa y tardía experiencia alpina en pro del ciclismo, me propongo el reto de ascender al Mont Blanc y como siempre me ha gustado darle una vuelta de tuerca a todo lo que hago decido intentarlo por la "via de los cuatromiles" y descender por "Gouter" completando así una integral envidiable para todo aspirante a debutar en los Alpes.
Durante los meses previos procuro documentarme todo lo posible. Al mismo tiempo crecen tanto las ganas de que llegue el momento como la icertidumbre de si volveré a casa con mi primer cuatromil. El caracter físico de la ruta no preocupa, se lo que puedo dar de mi y ya he rozado el límite en otras disciplinas. En cuanto al técnico deposito toda mi confianza en Enrique y Aitzol, experimentados alpinistas y mejores personas de "Ascensiones Guiadas". Hoy puedo decir que fué todo un acierto ponerme en sus manos.
Es mediados de Julio y salgo rumbo hacia Ginebra mientras observabo desde una posición privilegiada la silueta de algunas cumbres alpinas sobresaliendo entre las nubes donde días despues cumpliría el sueño de toda una vida.
Tras el protocolo típico del aeropuerto me reuno con el resto del equipo, alquilamos un vehículo y ponemos rumbo a Chamonix donde hora y media más tarde Enrique nos espera para llevarnos a la "Gite D´Etape". Nada más llegar, reunión técnica y revisión de material.
La "Gite D´Etape" será nuestro campamento base durante todo el viaje, la aclimatación previa en "Gran Paradiso" y ascensión al Mont Blanc. Hay multitud de alojamientos en la zona pero la situación de este es excepcional en relación calidad-precio, además tiene una cocina donde puedes conservar y cocinar los alimentos que desees a condición de dejarlo todo limpio.
Desde el primer momento que se pisan las calles de Chamonix e incluso desde la ventana de la habitación la imponente figura del Mont Blanc se hace omnipresente en todo momento sin que puedas dejar de mirarlo. Su cambiante meteorología advierte ya que esto será algo más que un simple paseo.
Paseo de reconocimiento por la capital mundial del alpinismo para liberar nervios y fotos de rigor, el gran coloso acapara la mayor parte de ellas. El pueblo está preparadísmo para el turismo y tiene todos los servicios que puedas necesitar antes y despues de las ascensiones. Llega la noche y tras la cena de equipo donde asaltamos a preguntas a Enrique, nos disponemos a descansar para dar comienzo a nuestar aventura.
Llega el día, ya no hay marcha atrás y todo lo que se puede hacer para conseguir nuestra ansiada cumbre esta hecho. Nunca mejor dicho estabamos a merced de la naturaleza y de las condiciones que imperan en la ascensión de una montaña de esta magnitud. El "Aguille du Midi" nos da la bienvenida antes de nuestra llegada en el funicular.
Cuando aun no habíamos conseguido recuperar el aliento tras salir del afilado pasillo de nieve, pudimos comprobar que algun alpinista experimentado había decidido tomar un atajo.
Cumpliendo con lo programado y con unas pocas horas de sueño preparamos todo el material para salir. Aun es de noche y pretendemos hacer cumbre a primera hora de la mañana. Es importante salir temparno para evitar que alguna cordada nos retrase en alguno de los pasos comprometidos.
Comenzamos la marcha y ya se puede obeservar en la lejanía algunos frontales ascendiendo por el hombro del Tacul. Hasta ese punto la ascensión no presenta mayor problema que la correcta elección de la ruta a traves del Col du Midi para evitar las grietas y la prudencia que se debe tener a medida que ascendemos, pues aunque no es excesivamente peligroso, hay algun serac y un leve accidente podría terminar por complicarse.
Tras llegar al collado se vuelve a descender para afrontar el paso más complicado de la ascensión, el Mont Maudit y su corredor final, uno de esos puntos en los que toda precaución es poca. Se debe asegurar la progresión con cuerdas fijas, pues las que ya hay no dan mucha confianza. Una vez todo preparado vamos subiendo y esperando arriba para reagrupar aún con la adrenalina por las nubes.
Una vez reagrupados, descendemos hacia el collado de la Brenva y encaramos definitivamente el Mont Blanc. Conseguimos intuir la cima pues comienza ya a amanecer, pero aqui comienza lo mas duro. Cuando parece que lo tienes al alcance de la mano, pasa una hora tras otra y un paso sigue a otro mientras parece que nunca avanzas.
Finalmente tras varias horas y con las fuerzas muy escasas conseguimos hacer cumbre con el sol resplandeciendo sobre nuestras alegres caras por el éxito conseguido.
Hace viento y cuesta respirar un poco, quizá por cansancio o quizá por la altura, así que tras la ineludible foto nos apresuramos realizar el descenso, esta vez por la via Gouter.
Encaramos la arista des Bosses de huella muy marcada y poco a poco comenzamos a bajar extremando la precaución por la fuerte caída que hay a ambos lados.
Poco a poco la arista se va abriendo hasta llegar a la cabaña de Vallot junto al Col du Dome, una inmensa planicie de nieve que tendremos que atravesar. Decidimos parar a descansar un poco y comer algo pues aun queda mucho camino, el agotamiento comienza a aparecer y ya ni nos acrodamos de comer o beber.
De nuevo nos ponemos en camino y encarrilamos el dome de Gouter en dirección al refugio con el que comparte nombre y donde empezaremos a deshacernos del material técnico. El refugio se encuentra colgado en unacantilado sobre el Gran Couloir. Su estado es lamentable y me alegro de no haber planificado por aquí la ruta . A pocos metros varias tiendas rodean el nuevo refugio cuya obra esta bastante avanzada y mejorará lo servicios de esta vía.
Al fondo se puede contemplar la arista de Bionnassay y cuesta creer que sea otra de las vías de acceso al Mont Blanc.
Con los músculos anestesiados comenzamos el destrepe por el Gran Couloir ayudándonos del cable fijo que hay colocado en muchos tramos. La bajada no es complicada en si prestando atención en los apoyos pero la lluvia de piedras desprendidas desde arriba es incesante. Al llegar a su base solo resta cruzarla de lado a lado por un sendero totalmente expuesto a los desprendimientos. Todo ello convierte este punto en uno de los más peligrosos de la travesía.
Proseguimos la marcha y dejamos atrás el refugio de Tete Rousse situado en el glaciar del mismo nombre. Solo queda continuar el interminable sendero que nos conducirá hasta la estación de Nid d'Aigle donde el tren de cremallera nos llevará a Bellevue. Desde allí, telecabina hasta Les Houches, un pueblecito cercano a Chamonix donde finalmente despertaremos de este sueño hecho realidad.
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