30 de junio de 2015

Yosemite Valley N.P.






Este inspirador paisaje comenzó a formarse hace nada más y nada menos que diez millones de años, cuando el lento caminar de los glaciares horadaban la dura roca de la Sierra Nevada. El hielo en el valle de Yosemite pudo haber superado el kilómetro de espesor durante la era glacial. El movimiento cuesta abajo de esta mole de hielo cortó el valle en forma de U.
Hace ya más de un siglo que John Muir, el naturalista más famoso e influyente de Estados Unidos, empezó a luchar por la protección de estos paisajes, hasta que por fin convenció al mismísimo Abraham Lincoln para firmar en 1864 la concesión que reconocía por primera vez, que unas tierras escénicas fueran protegidas simplemente para el disfrute de las personas. El Congreso Estadounidense terminaría reconociendo los 3000 kilómetros cuadrados que ocupa Yosemite como Parque Nacional el 1 de octubre de 1890.



Hoy en día, Yosemite National Park es una de las “joyas de la corona” y un desafío constante para el Servicio de Nacional de Parques, ya que tiene que proteger este “tesoro” ante la avalancha de 4 millones de turistas que recibe al año. Y lo peor de todo, es que estos cuatro millones de curiosos se concentran en el Valle de Yosemite, lo que representa tan solo el 5% del total de su extensión, quedando inexplorado el 95% restante.




Tanto si vienes de San Francisco como si vienes de Los Angeles, cuando ingreses en el parque lo harás por las carreteras que vienen de Oakhurst o Mariposa, llevándote directo al Yosemite Valley. Allí la carretera rápidamente es engullida por la magnificencia de este maravilloso lugar.




Si entramos por Tioga Pass, antes de bajar al Valle, tendremos que atravesar la trastienda de Yosemite, Tuolumne Meadows. Se trata de una vasta pradera subalpina situada en la parte alta de la Sierra Nevada y que contrasta con el Valle de Yosemite. Esta zona es muy pocas veces visitada, a no ser que tengamos planeada nuestra ruta para salir por el este en dirección al Valle de la Muerte o que procedamos de él. Allí podrás disfrutar de más tranquilidad que en el Valle principal de Yosemite, con menos turistas y con más oportunidades de divisar fauna salvaje. O realizar alguna caminata de media distancia y no muy dura acercándote a Lembert Dome.
La Tioga Road que nos lleva de Yosemite Valley a Tuolumne Meadows o viceversa, está salpicada de miradores a cual mejor. Uno de los mejores, el Olmsted Point, te ofrece una espectacular vista de la parte trasera del Half Dome y de los picos de granito que le rodean. Otra parada que no te puedes perder es el Tenaya Lake. Un lago glacial, que ofrece algo distinto a todo lo que puedas ver en Yosemite.









Si seguimos adentrándonos en el Valle pasaremos al lado de El Capitán, una mole de granito de más de 2.000 metros de altura. Y si afinamos la vista quizás podamos ver algún intrépido escalador del tamaño de una hormiga. Tras pasar El Capitán, el valle se abre un poquito y da paso a bonitas praderas donde fácilmente podemos ver gamos y cervatillos.















El punto donde primero tienes que acudir es a Tunnel View.  Allí tienes la panorámica que a todos se nos viene a la cabeza cuando oímos hablar de Yosemite. Es el lienzo más famoso de todo el parque. El Capitán al oeste, el Half Dome al fondo y en primer plano las Bridalveil Falls con su ligero velo agua siendo la primera caída de agua que veremos en Yosemite Valley. Y si queremos tener la misma vista, pero con el espejo del río Merced abajo, solo tendremos que acudir a Valley View.





Si queremos tener una mirada distinta de todo el Valle de Yosemite sin tener que emplear mucho tiempo haciendo caminatas, acudiremos a Glacier Point. Allí podemos tener el valle a vista de pájaro con un mirador que te quita el hipo y nos pone frente el Half Dome, la media cúpula de granito que se ha convertido en la imagen del parque. Nos os perdáis allí arriba el Washburn Point, desde donde podréis divisar las Vernal & Nevada Falls.







Las Yosemite Falls son las protagonistas de esta parte del valle, con una caída de agua de 739 metros de altura, presumen de ser las más altas de todo Norte América. Primavera y principios de verano son los mejores momentos, ya que estas cascadas se alimentan del deshielo. El único que fluye todo el año es el río Merced, serpenteando por el fondo del valle, cortando verdes praderas y dejando remansos de agua donde queda reflejada la belleza de todo el valle.



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